Mariano Urraco Solanilla, durante su exposición (Redacción y fotografías: Marta Peiro)
Conferencia del profesor de la UDIMA Mariano Urraco
En las sociedades modernas, el centro se estableció en el trabajo, concretamente en un modelo fordista-taylorista del mismo. Con el paso del tiempo y el auge del capitalismo, comenzó a primar la flexibilidad en un mercado que se volvió muy competitivo gracias a las nuevas posibilidades. Sin embargo, la última crisis económica, que azotó el mundo occidental, causó estragos en todos, sobre todo en los jóvenes. ¿Cómo están viviendo ellos sus efectos? ¿De qué manera ha afectado la recesión a su modo de acceder al trabajo y hacerse independientes?
Mariano Urraco, profesor de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), entrevistó a jóvenes universitarios extremeños para analizar estas cuestiones. El doctor en Sociología escogió la Facultad de Política y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, escenario en el que fue alumno y se doctoró, para presentar su tesis a algunos alumnos del centro este jueves.
Para su estudio, que lleva por título “La generación zaleada: la frustración incipiente y la ilusión forzosa”, Urraco eligió Extremadura. Con ello buscaba dar visibilidad a una realidad que suele pasar por alto a los ojos de los grandes análisis, que se fijan en su mayoría en los datos de las ciudades capitales, como Madrid o Barcelona, defendió.
Según expuso el licenciado en Antropología Social y Cultural por la UNED, “el trabajo sigue siendo central” en nuestra sociedad. Los jóvenes, dijo, persiguen la adultez, llegar a una edad, pensamiento y forma de vida madura que les permitan “abandonar esa juventud dependiente y coger las riendas de su propia vida”. Para ello deben conseguir una ecuación consistente en encontrar y establecerse en un trabajo, poseer una vivienda y habitarla junto a su propia familia. Para alcanzar su meta, afirmó, “el trabajo es un elemento clave”.
A pesar de las numerosas opciones que las universidades y el mercado de trabajo en general parecen brindar hoy en día a los nuevos trabajadores, Urraco confió en que “a los jóvenes les gustaría tener las cosas más claras”. Las nuevas tecnologías han abierto nuevos campos y creado nuevas profesiones que requieren de numerosos profesionales. Sin embargo, puntualizó el experto en Sociología, el trabajo se caracteriza por la precariedad. Una precariedad que, además, “ha sido asumida como algo normal, naturalizada bajo el pensamiento de ‘esto es lo que hay’”, apuntó.
Esta precariedad ha sido una de las consecuencias más notorias de la ya citada crisis económica, “un acontecimiento histórico”, en palabras de de Urraco. Sin embargo, aunque la recesión se vivió a nivel global, recordó que “ha pasado por todo el mundo pero no todo el mundo ha pasado igual por la crisis. Es decir, la crisis ha sido igual para todos pero no ha sido la misma crisis para cada individuo”.
La diferencia en este sentido radica, dijo, en las clases sociales. En función de las mismas, aseguró, los jóvenes tienen mayor o menor acceso a una educación. “No todos son iguales ni tienen las mismas posibilidades”, expresó. Este factor también afecta a su acceso a un puesto de trabajo, ya que las empresas buscan en los empleados una serie de capacidades que les hagan “empleables”, lo que significa que precisan de una formación. Así, argumentó, “la clase social determina el grado de formación que los jóvenes podrán recibir” y, por tanto, su adultez. “Cuanta más educación, más trabajo, mayor vivienda, y, por tanto, mayor adultez”, insistió.
En la sociedad española, otro factor fundamental en la vida y el desarrollo de los jóvenes es la familia. Tal y como defendió Urraco, “el modelo español es familista, y la familia ha cambiado”. Según argumentó, los padres son los que pagan los estudios a sus hijos y, en muchas ocasiones, les proporcionan también contactos que les facilitan su acceso a un empleo. “Parece que es responsabilidad de los padres llevar al hijo al mercado de trabajo”, admitió.
En este escenario de precariedad laboral originado por la incapacidad del mercado laboral de absorber a la gran cantidad de estudiantes que terminaban sus estudios universitarios, los jóvenes carecen en muchas ocasiones de altas expectativas con respecto a su futuro. Sin embargo, el profesor de UDIMA dijo que, a pesar de ello, los jóvenes buscan maneras de “mover el culo”. “Se trata de la ilusión forzada frente a la frustración incipiente ocasionada por la crisis”, dijo. Así, con la esperanza de que “todo vuelva a su sitio”, las personas mantienen la ilusión. Ello les convierte en la “generación eternamente ilusionada”.