Cambiar el “enfoque” para que la migración potencie desarrollo y no sufrimiento

Decenas de millones de personas, se calcula que un 2,5 % de la población mundial, viven fuera de sus países de origen, pero la cooperación mundial no ha logrado que la migración se concrete en posibles avances para el desarrollo y no en sufrimiento.

Sandra Madiedo Ruiz

El Informe sobre el desarrollo mundial 2023: Migrantes, refugiados y sociedades, del Banco Mundial, indica que esa cifra se traduzca en 184 millones de personas, incluidos 37 millones de refugiados.

Pero, advierte, “los enfoques actuales no solo no logran maximizar los posibles avances de desarrollo derivados de la migración, sino que también causan un gran sufrimiento a las personas que se trasladan en condiciones desfavorables”.

Los líderes mundiales y las distintas organizaciones no han respondido a la interrogante de António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, quien decía en 2018:

“Como comunidad global, nos enfrentamos a una elección: ¿Queremos que la migración sea una fuente de prosperidad y solidaridad internacional, o un sinónimo de la inhumanidad y la fricción social?”.

La migración sigue presentándose, en muchísimos titulares de prensa, como un problema que agobia a la humanidad y no como resultado de muchas causas subyacentes debajo del fenómeno.

Es una “respuesta a las crisis y los desequilibrios mundiales, como las enormes brechas de ingresos y bienestar entre países”, recuerda la entidad.

Las cifras indican que el motivo económico es una de las grandes motivaciones para dejar el país de origen: en 2020, alrededor del 84 por ciento de los migrantes vivían en una nación que era más rica que la suya.

El Banco Mundial afirma que la tendencia actual es una “oportunidad única para hacer que la migración ayude más a las economías y a las personas” y que libere su potencial transformador.

“Los países ricos, así como un número creciente de países de ingreso mediano —tradicionalmente, una de las principales fuentes de migrantes—, se enfrentan a una disminución de la población, lo que intensifica la competencia mundial por los trabajadores y el talento. Mientras tanto, se prevé que la mayoría de los países de ingreso bajo tendrá un rápido crecimiento demográfico, lo que constituye una presión para crear más empleos para los jóvenes”, detallan.

Por un lado, los especialistas indican que, en los años venideros, en países como España o Túnez disminuirá marcadamente la proporción de adultos en edad laboral.

El grupo brinda una serie de recomendaciones para hacer que la migración impulse el desarrollo y traiga beneficios, siempre, a partir de la cooperación internacional.

Hacer de la migración laboral una parte explícita de su estrategia de desarrollo, reducir los costos de las remesas, “facilitar la transferencia de conocimientos desde la diáspora, desarrollar habilidades que tengan alta demanda en todo el mundo para que los ciudadanos puedan obtener mejores empleos si migran, mitigar los efectos adversos de la ‘fuga de cerebros’, proteger a sus ciudadanos mientras están en el extranjero y brindarles apoyo cuando regresan”, hacen parte de la guía que proponen.

Además, se apunta que los países de destino “deben alentar la migración cuando las habilidades que aportan los migrantes sean muy requeridas, facilitar su inclusión y abordar los impactos sociales que generan inquietud en sus ciudadanos. Asimismo, necesitan permitir que los refugiados se trasladen, consigan empleo y accedan a los servicios nacionales que estén disponibles”.

Si embargo, nada se puede hacer sin la coordinación de las distintas entidades internacionales y todas las partes implicadas, en busca del bien del migrante y de las sociedades que los acogen.  

“La cooperación bilateral puede fortalecer la correspondencia entre las habilidades de los migrantes y las necesidades de las sociedades de destino. Se requieren esfuerzos multilaterales para distribuir los costos de recibir refugiados y abordar los casos de migración desfavorable. Y también es necesario escuchar a las voces de quienes están subrepresentados en el debate sobre la migración: los países en desarrollo, el sector privado y otras partes interesadas, y los propios migrantes y refugiados”, recuerda.

Solo con una gestión adecuada, la migración podría convertirse en un motor de cambio para la prosperidad y desarrollo, una fuerza que beneficie tanto a los países de origen como de destino. En resumen, a las personas.  

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